miércoles, 16 de mayo de 2012

GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER 10


Gustavo Adolfo Bécquer, fue un hombre de múltiples contradicciones. Sus escritos reflejan el esfuerzo por encontrar, a través de la palabra, la síntesis de un universo dividido entre el sueño y la razón.

En contacto permanente con el mundo de la pintura y gran conocedor de la música, este sevillano concibe todas las bellas artes como manifestaciones de un único sentimiento entusiasta. De ahí la suavidad y universalidad de composiciones literarias tales como las Rimas.

Gustavo Adolfo, que nació en Sevilla un 17 de febrero de 1836, fruto del matrimonio entre José María Domínguez Bécquer y Joaquina Mª Bastida, no adopta estas dicotomías de forma artificial, como muchos otros poetas del momento. Sus dudas serán siempre auténticas y a través de la palabra tratará de lograr, a veces sin éxito, la síntesis de todos esos contrarios. La primera confrontación importante tiene lugar cuando Bécquer, gracias a una aspiración compartida con sus amigos de infancia, Narciso Campillo y Julio Nombela, decide marchar a Madrid en 1854 en busca de fortuna literaria.

Para comprender el impacto que supuso su llegada a la corte debemos imaginarnos una Sevilla luminosa, cargada de olores especiados y revestida de mil colores. Una Sevilla muy propicia para que las inquietudes artísticas de un joven como Bécquer encuentren inspiración constante a su alrededor. Una Sevilla en perenne estado de fiesta:

"El panorama que ofrece el real de la feria desde la puerta de San Fernando es imposible describirlo con palabras y apenas el lápiz podría reproducir en conjunto. Hay una riqueza tal de luz, de color y de líneas (...) Figuraos al través de la gasa de oro que finge el polvo su llanura tendida y verde como la esmeralda, el cielo azul y brillante, el aire como inflamado por los rayos de un sol de fuego que todo lo rodea, lo colora y lo enciende. Por un lado se ven las blancas azoteas de Sevilla, los campanarios de sus iglesias, los moriscos miradores, la verdura de los jardines que rebosa por cima de las tapias, los torreones árabes y romanos de los muros (...)"

La muerte de sus padres (José Domínguez Bécquer en 1841 y Joaquina Bastida en 1847) se verá compensada con el cariño que recibe por parte del resto de la familia, especialmente de su madrina Manuela Monehay Moreno, así como por la constante actividad de Bécquer ya sea en la pintura, la escritura o la música. Aquellos que rodearon al poeta y lo conocieron de forma más íntima, como por ejemplo Ramón Rodríguez Correa o Narciso Campillo, señalan en sus testimonios tras la muerte del escritor cómo éste destacaba en el campo del dibujo y la música. En este sentido, la infancia del poeta es muy importante porque sentará las bases de lo que serán más tarde sus escritos.

Ya se ha comentado como Gustavo Adolfo está en contacto permanente con el mundo de la pintura, gracias al número de pintores que hay en la familia (su padre, su hermano, su tío). Basta con echar un vistazo a los dibujos que aparecen en el Libro de cuentas que el joven Bécquer usa como lienzo, para comprender que el desarrollo de su vocación literaria era una más de las habilidades con las que nuestro poeta pudo alcanzar la gloria. Esta cualidad innata para el mundo de la ilustración tendrá su repercusión en el lenguaje becqueriano de las leyendas y de algunos artículos periodísticos dedicados a la crítica de arte, especialmente con el amplio y preciso uso de adjetivos sensoriales.

Bécquer tenía cierta fineza de oído así como bastante pericia a la hora de poner sus manos en un piano o una guitarra. De hecho, es curioso que sean precisamente estos dos instrumentos los que aparezcan vinculados a él, puesto que muy bien podrían reflejar de forma simbólica las dos corrientes musicales que más inspiraron a Bécquer: la música clásica (piano) y la música popular andaluza (guitarra). Desde la juventud del sevillano, los cantares y las coplas del pueblo estarán presentes en su obra, si bien, será gracias a su contacto en Madrid con Augusto Ferrán cuando su preocupación por lo popular tomará tintes más ideológicos, de preocupación social por el pueblo y sus manifestaciones.

Bécquer siempre tuvo claro el camino poético que debía seguir, y para ello recaba toda la información necesaria desde muy joven, interesándose por la literatura europea que le llegó, entre otras vías, a través de las enseñanzas de Lista. Bécquer trata de insertarse en la línea de los poetas del sentimiento como Garcilaso, Herrera y Rioja, que crearon un lenguaje propio para la expresión del amor, pero para ello necesita nuevos modelos, como Lamartine, Musset, Byron...

De este modo, puede decirse que el sevillano destaca de forma precoz en su concepción de la literatura, pues ya es consciente de por dónde quiere que se encamine su escritura, así como también desde muy joven realiza ejercicios de creación literaria terminando o empezando obras incompletas, componiendo poemas o planificando futuras piezas teatrales. Todas las preocupaciones sobre el amor, la muerte o la inspiración literaria que una y otra vez encontramos en los textos de Bécquer ya se intuyen en unas reflexiones que el poeta hace en el libro de cuentas de su padre. Del mismo modo, especifica cómo para el artista todas las bellas artes son simples manifestaciones de un único sentimiento:

"El ángel de las ilusiones nos conduce sobre sus doradas alas a un mundo desconocido, a esa región que tanto halaga nuestros sueños de juventud (...) Entre la niñez y los primeros sentimientos del amor hay una edad incomprensible para nosotros (...) Qué edad más hermosa que la juventud, que esa edad en que el hombre en el estado casi de una inocencia envidiable (...) La poesía, la música, la pintura, las bellas artes, todo lo más hermoso y más perfecto es hijo de este entusiasmo."

Gustavo Adolfo Bécquer

1836-1870. Poeta español. Una de las figuras más importantes del romanticismo.

-          Por una mirada, un mundo;
por una sonrisa, un cielo;                            
por un beso... yo no sé            

-          El alma que hablar puede con los ojos, también puede besar con la mirada.
                                                    qué   te diera por un beso.

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